Las residencias de mayores y los ancianos han sido los principales afectados por la pandemia del coronavirus. Llevan casi un año sin poder salir a la calle y viendo a sus familiares, cuando las normativas lo permiten, a dos metros de distancia. Por eso, hemos querido conocer cómo se ha vivido toda esta situación en la localidad, en la Residencia de Mayores Adolfo Suárez, a través de los responsables del centro, José Vieites, administrador; y Alfredo Moreno, CEO.
Esta residencia ha sido muy afortunada, ya que a punto de cumplirse un año desde la declaración del Estado de Alarma en España, ha resistido sin que se registre ningún caso positivo entre sus usuarios, lo que es motivo de alegría y satisfacción por el trabajo bien hecho por todo el equipo de trabajadores. A pesar de lo que este hecho supone, el año se ha vivido «con un poquito de angustia, incertidumbre y desasosiego».
Los usuarios llevan prácticamente un año encerrados en la residencia aunque cuando se levantó el estado de alarma pudieran salir a caminar durante varias semanas. Esto hace que haya que destacar la paciencia con la que están viviendo esta situación, ya que «están aguantado una barbaridad. La única salida que tenían era cuando iban a un centro hospitalario», destacan. Por ese motivo, lo que comentan los usuarios es que cuando se acabará esto para poder salir a la calle.
A pesar de que esta situación era difícil de asimilar para cualquier persona, los usuarios del centro del centro entendieron lo que estaba pasando, y lo aceptaban, aunque con resignación. No había otra opción posible.
Aún así, vivir un año encerrados y lejos de sus familiares no es fácil, y eso les ha afectado a nivel emocional, aunque «no hemos llegado a situaciones que se les haya ido la cabeza, pero sí les afecta en su estado de ánimo». Lo primero que te preguntan cuando les dicen que tienen visita es si los pueden abrazar, los pueden besar, y si pueden tener contacto con ellos».
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Trabajadores, un pilar esencial
Un pilar importante de la residencia son sus trabajadores, quienes están en el día con las personas mayores, «al pie del cañón». Aunque ellos sí pueden salir del centro y tener una vida fuera, han vivido este año «con tensión. Nosotros no podemos limitar la vida fuera de aquí, pero se aconsejaba que tuvieran menos contacto con la gente y que tuvieran mucho cuidado», ya que «tener un contagio en una residencia tiene que ser horrible, porque un caso va sucediendo a otro y siempre suele haber algún fallecimiento. Puede ser tremendo».
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Eso hacía que tuvieran «una labor de responsabilidad muy alta, porque son los que estaban en contacto directo con los usuarios». Por ese motivo, desde la dirección del centro, recalcan que las auxiliares y enfermeras de la residencia son merecedoras de un elogio, «por la responsabilidad a nivel personal, como equipo y por el trabajo realizado».
Vacunación en el centro
Recientemente, tanto los usuarios como los trabajadores de esta residencia quedaron inmunizados contra el coronavirus después de recibir las dos dosis de la vacuna. «Aquí ha habido mucha solidaridad, nadie ha puesto pegas para vacunarse», si bien no era obligatoria. Así, fueron vacunados el 100% de la plantilla de trabajadores y usuarios.
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Aunque en el centro no llegó a haber ningún caso positivo, sí se dio «el caso de una señora que se contagió en el hospital estando ingresada. Cuando dio negativo en el hospital volvió al centro. Es la única que no está vacunada, porque no se encontraba en el centro en el momento de la vacunación».
A pesar de haber recibido la vacuna, «se siguen teniendo los mismos métodos de cuidado y prevención. La única diferencia es que tienen visitas. Una persona, un cuarto de hora a la semana y con una distancia de dos metros. Así mantienen la conversación».
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Pero siguen sin poder salir a pasear a la calle, se tienen que conformar con el patio interior de las instalaciones de la residencia. Por este motivo, «cuando puedan salir a la calle, será para ellos recibir de nuevo la libertad».
Ola de solidaridad
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Otro de los aspectos a destacar de este año fue la ola de solidaridad que ayudó al centro de mayores, sobre todo en los primeros momentos, cuando no se encontraba gel, guantes, mascarillas, pantallas,…
«La colaboración por parte del ayuntamiento de Zalamea de la Serena ha sido en todo momento muy buena y nos han ayudado en todo tipo de situaciones». Lo mismo ocurrió con multitud de empresas privadas y personas particulares de la localidad, que colaboraron donando geles y mascarillas, entre otras cosas.
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Vivir esta situación les ha enseñado a «controlar, aunque esperemos que salgamos pronto y no se vuelva a dar, porque es un agobio, estás en tensión,…se pasa bastante mal psicológicamente. Estás todo el rato pensando, ya no solo que tú te contagies, si no que estás en un sitio con los abuelos y que a ellos les puede afectar muchísimo».
A un mes de cumplirse un año desde que comenzó esta pesadilla, en el centro Adolfo Suárez está todo bajo control, tal y como ha permanecido a lo largo de este año, nuevo para todos.
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