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Jonathan abrazando a su mujer Ithaisa Suárez

Nueve navidades sin Yeremi

El ilipense Jonathan Guisado, padre de Yeremi Vargas, presenta una carta donde expresa sus sentimientos y los de su mujer, Ithaisa Suárez, al acercarse las novenas navidades sin tener noticias del niño desaparecido en Gran Canaria en marzo de 2007

REDACCIÓN HOY ZALAMEA

Miércoles, 2 de diciembre 2015, 18:46

Una vez más naufragamos en la triste Navidad

Nuestros días están congelados. No consigo encontrar la manera de romper las múltiples capas de hielo que nos rodean y tampoco sé si algún día podré conseguirlo. Para muchos la vida no es más que flotar sobre un barco de textura suave que navega sobre un mar limpio que se desliza con el más puro cuidado para no dañar la estructura del mismo. Para nosotros es todo lo contrario ya que nos aferramos a un trozo de madera que bruscamente es movida por un mar enfurecido el cual no termina de decidir nuestro rumbo.

El dolor, la impotencia y la rabia han sido los motores que mueven los hilos de dos marionetas que ya pierden color y movilidad tras el paso del tiempo. A pesar de todo nuestro amor sigue intacto. Juguetes rotos con los que todo el mundo sigue jugando. Unas veces somos héroes y otras muchas, somos villanos, pero nunca permanecemos guardados.

Que fácil parece expresar sentimientos buscando palabras que juntas formen una sinfonía, pero que pocas pueden explicar la fluidez de sentimientos que se atrincheran en el corazón. Vendí mi alma al diablo y hoy no disfruto de una privacidad, mientras que mi mujer fue sorprendida por él y le robó algo más que una vida privada. Como dos títeres sentados en un escenario oscuro frente a un público silencioso que miran atónitos y esperan a que alguien aparezca para dirigir la función. Pero el telón nunca se cierra y es que a pesar de desearlo no podemos hacer nada para que todo termine y podamos volver a nuestras cajas.

Otra Navidad sin ti, otra Navidad sin sentido, otra Navidad que duele y sí... otra Navidad en la que volveremos a sentir los golpes de la lógica y nos convertirnos en dos grandes actores que tienen como papel disfrutar de ella para que nuestros otros hijos sientan la belleza del soñar y del creer. Quiero seguir llorando porque yo también lloro y quiero dejar que ella llore porque ha de llorar. Hemos vivido tanto juntos que ya ni siquiera sé si tu eres Yo o tal vez Yo sea Tú, pero lo que si tengo claro es que te amo por encima de todo y que por más hilo que aten a nuestras manos siempre sacamos fuerzas para llegar a romper y dejar pasar una caricia.

Agradecido estoy con aquella persona que pasó por detrás de este frio escenario y pudo encender uno de los focos que hoy iluminan nuestros pequeños cuerpos. Alguien que confió en mí para trabajar y poder dar barniz a lo que ya estaba deteriorado. Un trabajo en el que beneficias a quienes saben ser agradecidos y es que a veces esos niños consiguen que el color de una lágrima cambie y sea más cristalina. Es cierto que seguiremos esperando a que comiencen a sonar las cadenas que desplazan la tela del telón, pero al menos podemos buscar aliento en esos pequeños focos que hacen que todo este peso sea más sostenible.

Yeremi, todos te esperamos con los brazos abiertos y deseamos que de una vez por toda las puertas de este cruel y frío teatro cierren para siempre y nos libere de todos los hilos que amarran y dirigen nuestras vidas.

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