Los niños salen a la calle con cautela, echando de menos a sus amigos y al 'cole'
Los pequeños han dado un ejemplo de entereza y paciencia durante el confinamiento, que para algunos ha sido la oportunidad de aprender juegos de mesa, manualidades y cocina
Los más pequeños de las casas se han convertido en unos verdaderos héroes durante esta crisis sanitaria. Ellos saben que hay un 'bichito' que, de un día para otro, les impidió volver al 'cole', jugar con sus amigos en la calle o visitar a sus abuelos, entre otras cosas. Después de pasar un mes y medio confinados en casa por el decreto del Estado de Alarma, fueron los primeros en volver a pasear por las calles, en volver a respirar el aire puro, portándose de forma ejemplar.
Por este motivo, se merecen un reconocimiento. Desde HOY Zalamea queremos darle voz y que sean ellos mismos los que nos cuenten cómo vivieron los primeros meses de confinamiento y qué es lo que más han echado de menos.
Las ganas de regresar a las aulas y poder jugar de nuevo con sus amigos son las dos cosas en las que todos los niños coinciden. Sin embargo, sabían que tenían que esperar porque como dice Paola Navascuez, «hay un virus fuera que está matando a las personas y es muy peligroso, sobre todo para las personas mayores». A pesar de eso, ella asegura que no tiene miedo, aunque siente cierta «sensación de peligro cuando salimos a la calle».
Bien en familia
Han sido muchas las horas que los pequeños han pasado en casa, lo que les ha llevado a poder hacer cosas que en situaciones normales, por falta de tiempo o por el trabajo de los padres, no eran posibles. Así lo confirman los hermanos Álvaro y María Izquierdo, quienes dicen haberlo «pasado bien en familia. He hecho muchas cosas, como jugar a juegos de mesa y hacer manualidades, cosa que hacía tiempo que, por el estrés del día a día, no hacía». Durante el tiempo de confinamiento total, antes de poder salir a pasear, Paola pasaba el tiempo haciendo «ejercicios y con el móvil. También he visto series y películas y he leído algún libro». A Bernard Muñoz se le ha pasado rápido el tiempo en casa. «Primero hago los deberes y luego puedo jugar a los PlayMovil, entonces no estoy aburrido». Junto a los playmovil, también se ha dedicado a «jugar a fútbol, a hacer kárate y a hacer ejercicio». Además, hizo bizcochos con mamá y su hermana, Ana María. Sin embargo, cambiar la rutina de los niños de un día para otro no resultó sencillo. Así lo cuenta Ana Carolina, que lo pasó mal al principio del confinamiento, «me costó mucho acostumbrarme a estar encerrada en casa».
Aprender nuevas cosas
Esta experiencia les ha servido también para valorar lo importante que es la familia. Natalia Calle asegura que estar tanto tiempo en casa le ha ayudado «a disfrutar de la compañía de mi familia, y además, he aprendido cosas que anteriormente no sabía».
Cuando pudieron salir a la calle por primera vez después de más de 40 días, fue una liberación para ellos. Así lo dice Gabriel Sanchez, que está «encantado de poder salir ya un poquito, porque así nos sentimos ligeros y nos desahogamos al menos y podemos respirar aire».
Jugar al fútbol, aunque en casa, fue un entretenimiento para muchos niños. Así lo cuentan Alejandro y Hugo Romero, quienes pasaron «muy bien el tiempo en casa jugando al fútbol juntos». Además, ambos hermanos coinciden en que lo que más ganas tienen de volver hacer una vez recuperemos la normalidad es poder «jugar un partido con mis amigos en el campo de fútbol».
Al igual que los hermanos Romero, Álvaro echa de menos a sus amigos, y sobre todo, «jugar al fútbol con ellos», cosa que será lo primero que haga en cuanto esté permitido.
Sin embargo, el fútbol no es el único deporte que está presente en los pequeños ilipenses. Ana Carolina practica balonmano y echa «mucho de menos jugar a este deporte con mis compañeros». Por su parte, Ana María prefiere otro, «ir a kárate es lo que más ganas tengo que volver hacer».
El cole, en casa
Todos los pequeños tuvieron que adaptarse de una forma rápida a la nueva forma de dar clases y a los deberes en casa, algo a lo que algunos se han adaptado mejor que otros. Paola define este cambio como «complicado», al tener que hacer videollamadas con los profesores, cosa a la que no estaban acostumbrados.
Natalia tiene ganas de volver al colegio porque «echo de menos a mis amigas, contarnos historias mientras esperamos para entrar y jugar con ellas en el recreo». Además, hablando sobre sus profesores, dice que ellos «están llevando muy bien la situación y a pesar de las circunstancias, aprendemos mucho y trabajamos muy bien». Además de a los amigos, Ana Carolina también extraña mucho a sus maestros.
Por su parte, Ana María y Bernard quieren volver al cole «porque mandan más deberes que antes». A Ana María eso le ha causado que pase mal el tiempo en casa, porque «estoy agobiada con muchos deberes para hacer». Además, Gabriel añade que quiere volver al colegio porque «me gusta aprender y sobre todo, jugar con mis amigos». Sin embargo, no todos los niños coinciden en querer volver a las aulas. Álvaro asegura que no tiene muchas ganas porque «estoy bien haciendo los deberes en casa».
No podemos olvidar que para algunos, este era su último año en el CEIP 'Calderón de la Barca', ya que en septiembre entrarán en el instituto. Esta extraña situación les ha dejado sin excursión de fin de curso, sin graduación y pasarán al instituto sin haberlo conocido previamente. A pesar de ello, la ilusión por empezar una nueva etapa sigue ahí.
Volver a la normalidad
Retomar la normalidad en las clases no es lo único que quieren hacer los niños. También tienen ganas de «ir de excursión o al parque, celebrar cumpleaños y darles un achuchón y un beso a los amigos». Además de a los amigos, también tenían ganas de ver sus abuelos. Ese es el caso de Gabriel, y también de María y Paola. Todos saben que este virus es muy peligroso, por eso desean que acabe cuanto antes. Natalia dice que lo que más extraña «es salir a la calle sin ninguna medida de seguridad».
Para terminar, Paola quiere mandar un mensaje lleno de ánimo para «todas las personas que han cogido este virus, que intenten ser lo más positivo y fuertes posible. Un poco de felicidad es lo único que pediría». Además, Gabriel, que vive en Madrid, «quiere mandar un beso muy grande a todos los vecinos de Zalamea».
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